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jueves, 6 de enero de 2011

Tema 1: Ciudades a partir de un concepto

RESUMEN

Definir una ciudad a partir de un concepto no es tan difícil como parece. Cada ciudad tiene unas características propias que la hacen única e irrepetible.  En el siguiente tema desarrollaremos la imagen de una ciudad a partir de su característica principal. Partiendo desde la Acrópolis ateniense hasta pasando por toda la Europa occidental hasta llegar las joyas más apreciadas del desierto, e incluso cruzando el charco para llegar a Brasil. Un recorrido que pretende hacerte sentir como si estuvieras allí.









SUMMARY

To define a city given its characteristics is easier than it may seem. Every city has its basic endowments which make it unique. In the following chapter we will develop how an image of a city is formed based on these endowments. Starting at the Acropolis in Athens passing through all of western europe until we reach the most valued gems of the desert, even crossing the big pond over to Brasil. A journey that will make you feel as if you had been there.




ATENAS: DE LA ACRÓPOLIS A LA MODERNIDAD
Fuente: www.turismoenfotos.com
“Yo, que soy ateniense- escribe Platón-, pienso que una ciudad fundada en este emplazamiento podía considerarse depositaria de todas las virtudes que se exigen a la ciudad ideal.” Ese fue siempre el orgullo y el timbre de gloria de Atenas, la ciudad más segura del mundo, fundada en una colonia de piedra inexpugnable. (VVAA. 1980. Maravillas del mundo.Página 29. Navarra, Editorial Salvat). Durante muchos siglos, ningún pueblo extranjero pudo entrar por la fuerza en este recinto sagrado que fue la cuna de la civilización europea. El punto álgido de esta ciudad fue durante la Grecia clásica, en los siglos anteriores al nacimiento de Cristo. Los grandes templos dedicados a los diferentes dioses, construidos en el siglo VII a.C., se sitúan en lo que hoy consideramos el corazón religioso de la polis ateniense, sobre la escarpada altura rocosa que aún hoy domina la caótica capital de Grecia.
            Pero fue el año 449 a.C. el que marcó el desarrollo de la Acrópolis, o bien la transformación de aquella colina en el más grandioso y sugestivo complejo arquitectónico del mundo clásico, punto de encuentro ideal y monumental de las concepciones filosóficas de los valores éticos y religiosos, de la voluntad política y de la capacidad técnica de la soberbia polis ateniense.
            El buen clima y la topografía montañosa de Grecia desempeñaron un papel decisivo en la conformación de la polis helénica. La escasa población de las ciudades griegas vivía en el interior del recinto amurallado que circundaba el espacio urbano. En la acrópolis, la zona de la polis más alta, se erigían los edificios de carácter sagrado, como el Partenón de Ictinos y Calícrates dedicado a la diosa Atenea, el templo del Niké Áptera, uno de los primeros exponentes del arte jónico, o el Erectión, de reducidas dimensiones, la última obra realizada en la Acrópolis.
            La introducción progresiva de la democracia en las ciudades planteó la necesidad de crear nuevos elementos urbanísticos, que se distribuyeron alrededor del ágora  o plaza pública: el ecclesiasterón (espacio reservado a las asambleas públicas), el bouleoterión (dedicado a las asambleas municipales) o la stoa ( plaza o avenida porticada que era a la vez lugar de reunión y mercado). Estos espacios políticos y económicos acabaron siendo el núcleo de la ciudad.
            Los griegos también construyeron recintos con finalidad lúdica como teatros al aire libre y estadios dedicados a las competiciones atléticas.
            Así, la ciudad de Atenas pasó a ser un núcleo mal organizado de viviendas humildes, dominadas por el palacio templo de un rey divinizado, a una estructura más compleja, supeditada a elementos de marcado carácter cívico: plazas, teatros, mercados, etc.
            Con el paso del tiempo, la ciudad seguía floreciendo a pesar de haber pasado bajo manos del imperio romano y estar supeditada a un segundo plano. Pero El nacimiento del Cristianismo marcó un largo periodo de ocupación y declive, culminando en 1456 y con cuatro siglos de dominio turco, que dejaron una marca cultural indeleble en la ciudad. A finales del siglo XVIII, Atenas sufrió el saqueo de gran parte de su pasado clásico, cayendo en las manos de coleccionistas adinerados. 
La Atenas moderna nació en 1834, cuando la ciudad se restauró como la capital de una Grecia nueva e independiente. Los refugiados griegos llenaron la ciudad al finalizar la guerra entre Grecia y Turquía, haciendo así que subiera la tasa de población. Tras la Segunda Guerra Mundial, la gran inversión americana resultó en una expansión y un programa de industrialización masivos. El rápido crecimiento durante la posguerra y las altas temperaturas de su clima mediterráneo han creado una ciudad muy extendida con enormes atascos de tráfico y a veces llena de contaminación.


ROMA: LA CIUDAD ETERNA
Fuente:blog.muchoviaje.com
Roma fue la primera gran Petrópolis que conoció el mundo. Con un millón o quizá millón y medio de habitantes, un asentamiento urbanístico complejo y una realidad morfológica que imponía severos límites a una planificación racional, la ciudad ya sufría los problemas de tráfico y de sobrepoblación como los que encontramos en las metrópolis actuales, pero además con problemas relativos a la higiene, al peligro de incendios y al orden público.
            Fundada en el año 753 a.C. en el área de la colonia Palatina y rodeada de numerosos poblados,  Roma era ya a finales del siglo VIII a.C. uno de los más importantes asentamientos del Mediterráneo. En tiempos de Tarquinio Prisco y Servio Tullio se realizaron las primeras obras públicas: vías, plazas, sistemas hidráulicos… y también las primeras obras de pavimentación urbana. La ciudad, de vital importancia para la civilización romana, tenía como centro neurálgico el foro, inspirado en el ágora griega, que reunía la actividad política, administrativa, económica, social y religiosa. Además era donde se construían los edificios más relevantes y fastuosos. Las ciudades importantes disponían también de teatros, odeones y anfiteatros.
            El eje de la ciudad venía definido por las dos vías principales: el cardo y el decumano. A partir de estas vías se organizaban las calles formando un plano casi cuadriculado. Aproximadamente en el punto de intersección entre los dos ejes principales, se situaban el foro y los edificios públicos.
            El foro era una gran plaza rectangular, porticada en dos o tres de sus lados, cuyas galerías, que se abrían a la plaza gracias a las columnas, albergaban los comercios. Fue durante la época imperial cuando la urbe se enriqueció con casi todos los monumentos que han llegado hasta nuestros días.
            De los cinco grandes foros que se construyeron en la ciudad de Roma, se pueden destacar tres, cuya creación marcó el paso de la república al imperio. El foro de Julio César fue el primero en construirse en el año 46 a.C. Está formado por una plaza rectangular a cuyos lados se levantaron pórticos columnados de dos naves. Al fondo se hallaba el templo de Venus Genitora, que César quiso edificar para celebrar la victoria en la batalla de Farsalo. Construido para darle mayor espacio al foro romano, el complejo fue uno de los más espectaculares monumentos de autocelebración del poder político.
            Le siguió el foro del emperador Augusto, quien para crear espacios para el foro, tuvo que comprar muchas casas privadas de los alrededores. Este fue inaugurado en el año 2 a.C. Un foro cerrado construido en un ángulo recto con el de César. Preside la plaza el templo de Marte Vengador. El templo de estilo corintio se alzaba sobre un podio con escalinata; su cara posterior estaba adosada a un muro de contención.
            Por último, el foro de Trajano, el mayor de los foros imperiales. Se articula en relación con la basílica Ulpia, la mayor de cuantas se construyeron en Roma, cuyo eje está situado transversalmente con respecto al eje general del conjunto. Un arco de triunfo da acceso al Foro y a la gran plaza porticada, con la estatua ecuestre del emperador en el centro. A cada lado de la plaza, había una exedra, inspirada en las del Foro de Augusto. Detrás de la Basílica se construyeron dos bibliotecas, desde las que se pueden contemplar los relieves de la columna de Trajano. El Foro de Trajano terminaba con una nueva exedra presidida por el templo de Trajano divinizado.
Hacia el siglo IV d.C la capital del Imperio Romano se trasladó a Constantinopla, por lo que Roma dejó ser el centro político del Estado. A fines del siglo el Imperio es dividido en dos partes: la parte Occidental y la parte Oriental. La capital de la parte Occidental fue la ciudad de Rávena, más apta para la defensa que la antigua Roma, la cual perdió definitivamente el rango de capital política, aunque continuó como centro simbólico y cultural, preparándose para ser la futura capital del Pontificado medieval .
            Durante los siglos IX y X la ciudad pasó por su momento de mayor decadencia medieval y fue presa de las luchas internas de los barones romanos y papas de dudosa calidad. Fue saqueada por los musulmanes y los normandos. Recuperó parte de su prestigio gracias a la obra de reconstrucción del poder pontificio por parte del Papa Gregorio VII. En la edad media, Roma fue reconocida como centro del cristianismo. Así pues, Roma quedó como capital de los Estados Pontificios hasta su anexo a la reunificación italiana en 1870.
            Después de la Primera Guerra Mundial, Italia quedó en manos de un gobierno fascista guiado por Benito Mussolini, quien tomó la ciudad en 1922. Declaró a Italia un Imperio y fue aliado de la Alemania Nazi. Este fue un periodo en el que la población creció aceleradamente, pasando de 212.000 habitantes durante la unificación a un poco más de un millón, pero esta tendencia fue cesando al empezar la Segunda Guerra Mundial, tiempo en el que Roma fue dañada,aunque no severamente, tanto por el bombardeo aliado como por la ocupación nazi; después de la ejecución de Benito Mussolini y el fin de la guerra, el Referéndum de 1946 abolió la monarquía e instauro la República italiana. Después de la guerra, Roma creció momentáneamente, siendo consecuencia del "Milagro económico italiano" de reconstrucción y modernización. Roma se convirtió en una ciudad popular entre los 50's y 60's, siendo los años de La Dolce Vita.
            Actualmente, las calles de Roma siguen una estructura sencilla donde sus principales monumentos pueden sorprenderte en la esquina menos esperada.


PALMIRA: UNA JOYA EN EL DESIERTO
Corría el año 274 y la prisionera de los romanos era Zenobia, la mujer más bella de Oriente, aquella que había osado desafiar el poderío de Roma.  Ella fue la esposa de Septimio Odenato, soberano de Palmira. Una mujer ambiciosa que tras darle un hijo, ordenó el asesinato de su esposo para así enriqueció a su hijo con el título de emperador y a ella misma con el de Augusta. Posteriormente estableció alianzas con los persas y comenzó sus campañas de conquista hacia Turquía y Egipto con el intento de crear un gran imperio. Pero sus sueños de gloria chocaron con el avance de las tropas de Aureliano.
Fuente: deauiaalla.wordpress.com
            Aunque siempre hubiese tenido una amplia autonomía, Palmira (parte de Siria), se había convertido en la más importante ciudad caravanera de Oriente, precisamente gracias al apoyo de Roma que, con el emperador Adriano en el año 124, le había honrado con el título de cívitas libera. Habían sido los romanos quienes le habían permitido ampliar su radio de acción comercial hasta India y China, convirtiéndola en una ciudad enormemente rica.
            El primer testimonio de la existencia de un asentamiento está documentado en un contrato asirio del siglo XIX a.C. Mientras en la época romana se intensificaron, a partir del siglo I a.C., los testimonios materiales y literarios que daban testimonio del desarrollo de Palmira. En el año 77 a.C., Plinio “el viejo” escribía: “Palmira es una noble ciudad por el lugar en el que está ubicada, por las riquezas de su suelo, por la calidad de sus aguas. Por todas partes está rodeada de arenas que rodean sus campos, y ella está como aislada del mundo por obra de la naturaleza.”(VVAA. Los tesoros de la humanidad. El patrimonio mundial de la UNESCO. Página 279.(2007). Barcelona. Ediciones de la librería de la universidad de Barcelona)
            A pesar de que su población era de origen semítico, Palmira prefirió gradualmente el modelo político y social de Roma, manteniendo, sin embargo, el estilo oriental en sus manifestaciones artísticas y en las costumbres. Los restos que pueden admirarse hoy día reflejan tanto la mezcla de estilos como la floreciente riqueza de los miembros de los gremios comerciales de la ciudad.
            Aunque le faltaba una estructura orgánica y sus barrios respondían a un principio de autonomía típico de las ciudades de Oriente, el desarrollo de Palmira refleja la concepción urbanística greco-romana. Disponía de una gran avenida de columnas, un teatro, termas y adoptó los órdenes arquitectónicos griegos, sobre todo el corintio.
            Después de la derrota de Zenobia, la ciudad empezó a decaer, y aunque posteriormente el emperador Diocleciano le dio un nuevo impulso instalando un inmenso campamento militar, Palmira tenía ya el destino marcado. Ya estaba en ruinas cuando en el siglo XII los árabes levantaron un castillo sobre el espolón rocoso que la dominaba, pero incluso esta fortaleza fue pronto abandonada. Y la que había sido la magnífica y ambiciosa Palmira fue quedando cubierta por las arenas del desierto.


PARÍS: LA CIUDAD DE LAS LUCES
Quien llega a París por primera vez tiene la impresión de encontrarse ante un solo proyecto urbanístico monumental. Como si la explanada que va desde el Arco del Triunfo hasta el Louvre, a través de los campos Elíseos y las Tullerías, y desde las mismas orillas del Sena hasta la Torre Eiffel hubieran salido de la mente de un único artífice. En realidad, París es el fruto de siete siglos de reformas, ampliaciones y reestructuraciones. Pero si a alguien se debe este logro de unidad urbanística es a George Haussmann. Nacido en 1809 en una modesta vivienda de la Rue Faubourg de la Roule, Haussmann se convirtió en el urbanista de Napoleón III, y recibió el título de “Perfecto del Sena”. Entre 1853 y 1870 transformó la capital francesa en la famosa “Ciudad de las Luces”.
La verdadera prosperidad de la ciudad llegó en el siglo XII, con el reino de Felipe Augusto. De aquella época quedan dos extraordinarios testimonios en el corazón de París, entre las orillas del Sena: la catedral de Notre-Dame y la Sainte Chapelle, obras maestras del arte gótico. La Notre-Dame, con sus 130 metros de altura, está adornada por arcos rampantes y a los lados del frontón se elevan dos torres de casi setenta metros de altura. Detrás del amplio transepto se halla un coro de madera tallado del siglo XVIII, cerrado por una cancela de piedra. Su interior de tres naves está enriquecido con pinturas y esculturas de diversos periodos. Y , junto al transepto, se expone la estatua de la Virgen con el Nuño a la que se dedica la catedral.
La Sainte Chapelle fue construida para albergar las reliquias de Cristo. Sus líneas proyectadas hacia el cielo le han servido de sobrenombre de Puerta de entrada al Paraíso, por las quince vidrieras de la capilla superior y el gigantesco rosetón. Desde entonces, sin embargo, los soberanos franceses descuidaron París, hasta que Francisco I, en el siglo XVI decidió que la ciudad debía disponer de un palacio acorde a su importancia. Por ello inició la construcción del Louvre en 1546, que duró más de tres siglos.
            El siglo XVII fue un siglo de oro para París,  se construyó la plaza Dauphine y se terminaron los trabajos para transformar la isla de Sant-Louis en una zona residencial.
            La Revolución francesa marcó una brusca interrupción en el desarrollo urbano de París, aunque inmediatamente después Napoleón recogió la herencia de sus predecesores. Reglamentó el tráfico fluvial y construyó muelles de piedra, en lo que solo fue el inicio de su plan para la ciudad. Ordenó construir la iglesia de la Madeleine, mandó diseñar la nueva plaza de la Concordia y trazó la calle del Rivoli de forma que discurriera paralela al Sena. En 1805 se inició la construcción del Arco del Triunfo, uno de los símbolos más famosos de París. Luego les llegó el turno a los grandes puentes que pasan sobre el Sena.
            Napoleón dejó su huella bien marcada en lo que ya entonces era una ciudad de quinientos mil habitantes. Pero fue a mediados del siglo cuando Napoleón III emprendió el la revolución urbanística que confirió a París una fascinación inmortal. Tanta determinación tenía su origen en el temor de Napoleón a que la población pudiera revelarse de nuevo. Una ciudad con grandes plazas y amplios boulevards permitiría desplegar el ejército para defender la monarquía. Haussmann, surpervisor e inspirador de aquel nuevo equilibrio.  El resultado triunfal de la reordenación de Haussmann fue que París poseía, a finales del siglo XIX, el esplendor necesario para proponerse como capital del mundo. Los negocios florecían y la cultura europea había hecho de la ciudad su refugio. La Exposición Universal de 1889 recordaba en su centenario la Revolución francesa, y era, al mismo tiempo, un hito en la resurrección de la ciudad. Para su ocasión se diseñó un monumento que celebrase los logros de la ingeniería de la Francia republicana. Gustave Eiffel inició el proyecto de una torre de 300 metros de altura que se levantó al fondo del Campo de Marte. Tras su inauguración en 1889, permaneció inmóvil después de la exposición como símbolo de modernidad.
Fuente:devuelosbaratos.es
            En los últimos años, París ha visto cómo se iniciaban nuevas obras de alcance universal, siguiendo la línea que conduce desde el Louvre y el Arco del Triunfo hasta el gran arco de la Défense, como los edificios que albergan la Biblioteca Nacional y la pirámide de cristal de la entrada del Louvre. Así continúa una tradición que renueva continuamente la grandeza de la Ciudad de Luces.
 DAMASCO: UNA CIUDAD CON HISTORIA
Se ha llegado a decir que todo hombre culto debe sentirse hijo de dos patrias: la suya y Siria. Esta tierra ha visto nacer la agricultura, el alfabeto, las tres grandes religiones monoteístas, la filosofía, el comercio y la diplomacia y, Damasco se disputa con Alepo el título de ciudad más antigua de la Tierra. Excavaciones recientes han sacado a la luz centros de un primer centro urbano en Hama, exactamente a medio camino entre ambas ciudades, pero la polémica sigue abierta.
            Los primeros testimonios escritos de la ciudad han sido encontrados en Mari, a orillas del Eúfrates, grabados sobre una tablilla de terracota que data del neolítico. Ya en el milenio IX antes de Cristo la ciudad mantenía intercambios comerciales con Egipto. En el II milenio a.C. Damasco fue la capital del reino de los arameos, expulsados por los asirios en el año 841 a.C. El año 538 a.C. al ser conquistada por Ciro, se ganó el título de capital del reino Persa. En el año 333 a.C., Damasco se convirtió en el centro de un inmenso imperio que incluía Asia menor y se expandía hasta la actual Afganistán. Sin embargo, se puede decir que la gran edad de oro de Damasco se inicia en el año 64 a.C. con la llegada de los romanos, lo que supuso el comienzo de la construcción de una inmensa ciudad sobre los cimientos dejados sobre los anteriores gobernantes, que pronto estarían entre los diez centros más importantes del imperio. Los damascenos conformaban el eje principal del comercio entre Europa y Oriente. Así pues con el pueblo romano, Damasco fue convertida a una nueva religión, el cristianismo. En el año 395, el imperio bizantino sustituyó al romano, pero el viraje decisivo llegaría casi mil años después con la conversión en masa, a veces forzada, al Islam, traído por las tropas de los califas omeyas llegadas de la península arábiga. Los poderosos soberanos, deslumbrados por la belleza de la ciudad, hicieron de ella la capital de la primera gran potencia musulmana de la historia, que ocupó un territorio que iba desde el atlántico hasta el Índico.
            Tal como es conocida hoy, la estructura de la fantástica ciudad de Damasco está encerrada entre altas murallas, y es una mezcla de construcciones omeyas, romanas, elementos paleocristianos y bizantinos, interrelacionados unos con otros. El centro de la ciudad es la gran mezquita construida sobre los restos del templo romano al dios Júpiter, y sobre el que posteriormente se construyó una iglesia católica dedicada a San Juan Bautista.
            El contraste que existe entre los austeros muros y el interior es espectacular. El interior encierra una de las más grandiosas glorificaciones del poder de Alá. Por la puerta principal de la gran mezquita, se accede a un enorme patio rodeado de columnas. En un principio, todas las paredes externas estaban cubiertas de mosaicos, pero en el catastrófico incendio de 1893 la mayoría se perdieron. Tras el incendio, se realizó una reestructuración donde las paredes de la gran mezquita representarían “la ciudad de Dios”. Y así fue como se utilizó oro y treinta tonalidades diferentes de verde que contrastan con los azules de los ríos del paraíso de Alá.
            Sin embargo, el sincretismo entre Islam y cristianismo se manifiesta por la presencia, en la sala de plegaria, del sepulcro de San Juan Bautista, y también en uno de los minaretes que está dedicado a Jesús. Damasco es una de las cuatro ciudades santas del Islam. En la ciudad también se conservan, en mausoleos y mezquitas, los cuerpos de personajes eminentes. Como el de Saladino, y el de Saida Ruqqaya. Para los cristianos de la zona, es de gran valor la humilde iglesia subterránea de Ananias, que dio refugio a San Pablo. Así mismo, junto a las calles que hoy habitan los cristianos, sobreviven unas pocas moradas antiguas de judíos.
Fuente: www.vtv.gov.ve
            En el año 750, los abadíes trasladaron la capital a Bagdad, sin embargo, las construcciones de Damasco continuaron siendo el modelo de edificación de las ciudades árabes del Al-Ándalus.  Tras un largo intervalo en el que prosperaron los negocios, la ciudad se debilitó en la época de las cruzadas, saqueada en 1400 por las tropas de Tarmelán. En el siglo XVI llegaron los otomanos y la ciudad permaneció bajo el dominio turco hasta finales de la segunda guerra mundial. Durante esa época, Damasco se enriqueció con nuevos edificios y vivió una segunda edad de oro. Los otomanos restauraron la mezquita e hicieron de la ciudad un bullicioso centro comercial. Poco ha cambiado el interior de las murallas desde aquel tiempo. Desde la puerta principal, se recorre el Suq al-Hamadiyyeh, cubierto por una estructura abovedada de metal. Desde allí, a través de los restos de un arco romano, se llega a la gran mezquita, para perderse luego entre los callejones de la ciudad. Para acabar, como dijo una vez un poeta anónimo de Damasco, las casas de la ciudad están construidas con barro, agua, madera, paja, colores, piedra, mármol, vidrio, poesía y amor.(VVAA. Los tesoros de la humanidad. 2007. Página 126 Barcelona. Ed librería universitaria de Barcelona.)

JERUSALEN: CIUDAD DE TODOS, CIUDAD DE NADIE
En 1947 las Naciones Unidas aprobaron una resolución que define Jerusalén como un “corpus separatum” que no pertenece ni a Israel ni a Palestina. No obstante, hoy por hoy, las partes enfrentadas no han llegado todavía a un acuerdo sobre el estatus de la ciudad, núcleo de alto valor simbólico en un conflicto que no parece tener fin. A la inscripción de la relación del patrimonio mundial de la UNESCO, en 1981, le siguió la reservada a los lugares en peligro. Además de los efectos directos del enfrentamiento, Jerusalén padece un desarrollo urbano descontrolado, el impacto del turismo de masas y el descuido de sus monumentos. El hecho de que sea, por definición, “ciudad de todos” desemboca desgraciadamente en ser “ciudad de nadie”. Jerusalén está considerada ciudad santa por las tres grandes religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islamismo. Para los judíos es el lugar de sacrificio de Abraham, para los cristianos el de la crucifixión y resurrección de Cristo, y para los musulmanes, aquí es donde ascendió el profeta Mahoma al cielo.
            Si bien hoy día Jerusalén presenta el aspecto de una ciudad moderna, la parte de la ciudad antigua es testigo de más de 5000 años de apasionada historia. Tras apasionadas batallas y gobiernos de los romanos, sirios, otomanos etc, la convivencia pacífica entre judíos, cristianos y musulmanes duró hasta el año 996, cuando el califa fatimí al-Hakim inició la persecución de la población no islámica. La respuesta de la Europa cristiana se inició con las cruzadas. Los cristianos entraron en Jerusalén en 1099. Cien años más tarde, Saladino devolvió la ciudad al Islam, lo que duró hasta la ocupación británica en 1917. Jerusalén fue capital del mandato británico en Palestina hasta 1948, pero el plan de internacionalización de la ciudad fracasó al producirse la Guerra de los Seis días en 1967. El resto es una crónica bastante dolorosa conocida por todos.
            Centrándonos en sus construcciones, las murallas de la ciudad vieja levantadas por los otomanos a finales del siglo XVI, custodian un lugar dividido en tres barrios: el judío, el cristiano y el musulmán. Además de los coloridos “suq” y de las casas de piedra blanca, albergan una gran cantidad de edificios religiosos que han sobrevivido a las destrucciones y a las transformaciones, y que revelan la pluralidad confesional de Jerusalén. Entre ellos el muro de las Lamentaciones, el Santo Sepulcro y la mezquita de la Roca.
            Los textos místicos judíos identifican el monte Moriah, que corresponde con la parte occidental de las murallas, con el centro del universo. Allí, desde hace siglos, acude “el pueblo elegido” a llorar por el destino del templo que construyó Salomón para guardar las tablas de los diez mandamientos, y a dejar entre las piedras hojas dobladas que contienen las más íntimas oraciones y confesiones a Dios.
            La mezquita de la Roca conforma la obra más antigua del arte islámico. Su construcción fue, por decirlo de algún modo, un acto político. En torno a la roca sobre la que está la huella del pie del profeta, nació un edificio extraordinario. Sobre una plataforma de piedra se levanta una estructura formada por dos columnatas concéntricas que sostienen una cúpula de 20 metros de diámetro y 30 de altura. La decoración interior es riquísima en mosaicos con motivos geométricos, caligráficos y florales.  A principios de la década de 1990 el rey Hussein de Jordania le rindió homenaje cubriendo completamente su cúpula con láminas de oro puro.
Fuente: www.waltermurillo.blogspot.com
            A una discreta distancia se encuentra el Santo Sepulcro, en el extremo de una calle identificada por la tradición como la Vía Dolorosa, escenario de la pasión de Cristo. Aquí el emperador Adriano había levantado un templo en honor a la diosa Venus, y se dice que la madre del emperador Constantino que llegó a Jerusalén en el año 326 encontró aquí la Santa Cruz, por lo que ordenó que se construyera una iglesia. La iglesia del Santo Sepulcro fue derribada numerosas veces, pero en su forma actual, se remota a la época de las cruzadas fiel a su forma.
            No obstante, además de estos pilares de la ciudad, la ciudad vieja mantiene en todos los rincones monasterios e iglesias, sinagogas, mezquitas y edificios civiles de la época otomana. Sorprende la gran cantidad de gente que llega de todo el mundo trayendo consigo una esperanza de paz.

SAN PETERSBURGO: BARROCO EUROPEO
Desde hace más de medio siglo, el crucero Aurora lanza su ancla en las aguas del Neva ante el edificio de la Academia Naval Nachimov, en el corazón de San Petersburgo. También se hallaba en este lugar en la mañana del 7 de noviembre de 1917, y fueron sus cadetes quienes dispararon la salva de cañones que desencadenó el asalto al Palacio de Invierno dando lugar a la Revolución de octubre. Un año más tarde Lenin trasladaba la capital a Moscú, privando a San Petersburgo del papel que había desempeñado desde los tiempos de Pedro I el Grande.
            San Petersburgo surgió a partir de un imponente bastión, la fortaleza de San Pedro y San Pablo, construida en la pequeña isla de las Liebres. Al principio las murallas eran de madera, pero más tarde, el zar confió a Domenico Trezzini la construcción de bastiones de ladrillo, en cuya entrada el arquitecto puso la doble águila, símbolo de los Romanov. A Trezzini se le encargó también la construcción de la catedral de San Pedro y San Pablo, cuyos trabajos se iniciaron en 1712 y acabaron veinte años más tarde. Macizas columnas marmóreas finamente decoradas, imponentes arañas y una bóveda constituyen el marco de los iconostasios dorados de madera tallada. Tras la muerte de Pedro I el Grande, sus restos se enterraron en la iglesia, iniciando así la tradición que hace que esta iglesia barroca albergue las tumbas de los Romanov.
            En 1712 San Petersburgo fue proclamada capital, mientras que los soldados y los operarios excavaban los canales que deberían haber hecho de ella la Amsterdam de Rusia, y construían el Palacio de Verano, residencia oficial de los zares de la ciudad. No obstante, la temprana desaparición de Pedro I el Grande devolvió al país su tradición, y durante el breve reinado de Catalina I y Pedro II la corte regresó a los lujos de Moscú. En 1730, la zarina Anna eligió de nuevo San Petersburgo, donde recreó una corte que dejó en herencia a Isabel, hija de Pedro I el Grande. Con ella, San Petersburgo entró en la historia de la arquitectura gracias a la obra de Bartolomeo Rastrelli, quien diseñó edificios con un auténtico estilo barroco, entre los que encontramos el palacio Stroganov, el palacio Vorontsov y el convento de Smolnyi. Sin embargo, su obra maestra fue el Palacio de Invierno, construido entre 1754 y 1762. Si bien el interior ha vivido repetidas modificaciones, el exterior conserva los rasgos del proyecto original, que lo convierten en un magnífico ejemplo del barroco ruso.
            Tras el esplendor arquitectónico de Isabel, el zar Pedro III fue asesinado y Sophie, su amante, tras usurpar el trono fue proclamada zarina con el nombre de Catalina II, quien impondría durante más de treinta años  una violenta tiranía en Rusia. Entre 1764 y 1774, llegaron a San Petersburgo miles de obras de arte a petición de Catalina II. Esta, colocó junto al Palacio de Invierno el más íntimo Pequeño Ermitage e inició la construcción del Gran Ermitage para albergar sus colecciones. En la actualidad, el Ermitage es el museo más grande y rico del mundo, quizá con la excepción del Louvre.
            A la muerte de Catalina el trono pasó a manos de su hijo Pablo I, quien obsesionado por el temor de una conjura, mandó a construir un sólido edificio de ladrillo rodeado por un foso defensivo conocido como el Castillo de los Ingenieros. Irónicamente, tres días después de su traslado al castillo, fue asesinado en su propio lecho. Su sucesor, Alejandro I llevó a cabo el proyecto de la catedral de Kazán, una de las iglesias más majestuosas de San Petersburgo inspirada en la catedral de San Pedro.
Fuente: turismoactivo.us
            Llegados a 1825, el San Petersburgo heredado por Nicolás I era una capital ya agitada por los levantamientos insurreccionales que un siglo más tarde desembocarían en la Revolución de octubre. Las reformas solicitadas por el pueblo y el ejército no encontraban respuesta en el absolutismo de los zares, sino sólo sangrientas represiones que produjeron apasionadas páginas de literatura. La corte de los Romanov dedicaba más tiempo a solucionar las intrigas de palacio que a resolver los problemas de la población. Las revueltas eran cada vez más frecuentes y violentas. Tras el asesinato del zar Alejandro II, su hijo Alejandro III mandó instauró una intensa represión y mandó construir la iglesia de la Sangre Vertida, caracterizada por una fantasiosa yuxtaposición de elementos arquitectónicos y cúpulas en forma de bulbo. Como última gran obra de una ciudad nacida de la nada y convertida en un triunfo de la arquitectura europea desde el barroco hasta el neoclásico, lleva un sobrenombre siniestramente profético. Apenas acabaron su construcción, el zar Nicolás II fue obligado a abdicar, y la nueva Rusia no perdonaría a ningún Romanov.
            Con la Revolución de 1917, el líder bolchevique Lenin decidió trasladar la capital hasta Moscú, por estar más alejada de los ejes antirrevolucionarios procedentes de la primera Guerra Mundial. En 1924, tras la muerte de Lenin, San Petersburgo tomó el nombre de Leningrado en su honor.
            En la segunda Guerra Mundial, Leningrado fue sitiada por las fuerzas armadas de la Alemania Nazi durante el periodo de 29 meses, la ciudad fue constantemente bombardeada y privada de suministros por orden de Hitler. En 1965, se fue otorgado a la ciudad el título de “Ciudad Heroica”. Tras la guerra la ciudad sufrió la época de las purgas de los diferentes soviéticos.
            En 1991, después del colapso de la URSS, más de la mitad de la población decidió restaurar el antiguo nombre de la ciudad.

MOSCÚ: KREMLIN
A principios de la década de los 90, tras la caída de la URSS, el presidente de la Federación Rusa emprendió una atractiva obra de restauración para devolver el antiguo esplendor al Gran Palacio. Construido entre 1838 y 1850 en el interior del Kremlin (fortaleza), fue morada de los zares y de los príncipes rusos hasta la Revolución de Octubre de 1917.
            Entre 1932 y 1934 Stalin, que no soportaba la glorificación de la Rusia zarista, mandó derribar alguna de las salas más representativas, como los salones de San Andrés y de San Alejandro. En su lugar se instalaron el Soviet Supremo y los representantes de la Federación Rusa. Pero gracias a una exuberante financiación y un inmenso trabajo, en el año 2000 los salones fueron completados con su elaborada decoración de estuco y sus frisos dorados, y el palacio volvió a ostentar los lujos de los Romanov. Fue en este palacio donde los zares siguieron siendo coronados, si bien la capital fue trasladada a San Petersburgo a principios del siglo XVII por Pedro I el Grande.
            Los restos arqueológicos más antiguos descubiertos en la zona de Moscú se remontan a la edad de Bronce, pero las primeras huellas de un asentamiento eslavo no son anteriores al siglo XI. Fue en aquella época cuando se empezó a construir un pueblo fortificado. En 1147, bajo el dominio de Yuri Dolgoruki, el príncipe de Kiev, aquel primer pueblo se extendió hasta mucho más del estrecho recinto, y se atribuye oficialmente a aquella época el nacimiento de la ciudad de Moscú. Pero no fue hasta el siglo XIV, durante el reinado de Iván Kalita, cuando la fortaleza empezó a ser percibida como una parte separada, un núcleo administrativo de la ciudad. En 1367, el príncipe Dimitri Donskoi mandó levantar una fortaleza más imponente, con murallas blancas y altas torres, por las que Moscú fue denominada “la ciudad de piedra blanca”. Pero fue entre 1485 y 1495 cuando empezó el Kremlin a adquirir su aspecto actual. Las murallas blancas fueron sustituidas por fortificaciones almenadas de más de dos kilómetros a lo lago de las que se alzan hoy 20 torres que coinciden con las numerosas entradas. Los edificios civiles y religiosos del interior del recinto se remontan a diferentes épocas y fueron obra de arquitectos de diferentes nacionalidades. Entre estas construcciones encontramos el Arsenal , que a mediados del siglo XIX se convertiría en el Museo Nacional de la Guerra Patriótica. El Palacio del Senado, construido entre 1776 y 1787, actual residencia del presidente de la Federación Rusa. El palacio de Congresos construido en 1961 por el gobierno soviético. Más adelante, la plaza Ivanovskaja está dominada por un campanario acabado en 1600. Pero es en la plaza Sobornaja donde se abre el corazón espiritual y arquitectónico del Kremlin. La catedral de la Asunción (1475-79) es la más antigua y la más imponente de la plaza.
Fuente:www.viajesinmapas.com
            La zona del Kremlin que da a la plaza Roja, está dominada por la torre Spasskaya, o del Salvador. Exactamente ante la torre se alza la catedral de la Intercesión o de San Basilio, quizá el monumento más conocido de la plaza Roja, llamada así no como homenaje de la potencia soviética, sino por el término ruso “krasnij”. La basílica se debe a los arquitectos rusos Barma y Postnik, que la construyeron sobre una planta de ocho capillas cilíndricas rodeadas por una novena, la más grande, cubierta con un techo de vertientes. Cada una de las capillas está dedicada a una festividad ortodoxa.
            Completan el perímetro de la plaza unos palacios de estilo neoclásico. Con la llegada de Lenin, la capital rusa fue devuelta a sus orígenes.  Con la caída de la unión soviética, se fueron mitigando las huellas dejadas por el régimen.

BRUSELAS: CUMBRE EUROPEA Y MODERNISTA
El arquitecto Victor Horta es uno de los creadores más relevantes y conocidos de la ciudad belga de Bruselas. Tras una breve estancia en París, Horta volvió a su ciudad natal donde encontró empleo en el estudio de Alphonse Balat, arquitecto del rey Leopoldo II, a cuyo lado trabajó hasta 1892. Con Balat, Horta entró en contacto con los nuevos materiales de la arquitectura. De él aprendió las formas neoclásicas del siglo XIX, y empezó a modificarlas según su propio talento. Pronto llegaron los encargos de viviendas privadas. En sus construcciones, Horta rompió con las tradicionales simetrías de la planta para organizar los espacios entorno a un único eje que cortaba toda la planta baja de los palacetes. Para las fachadas, renunció a los elementos murales a favor a un esqueleto de hierro y vidrio que le diese ligereza. En todas sus obras, la naturaleza que se refleja en todas las estancias se hace evidente. Pero el proyecto más revolucionario es el que Horta se guardó para si mismo, ya que en 1898 construyó su propia casa en la rue Américaine. Aquí la decoración estilizada de Horta alcanza su clímax al combinar las formas de la naturaleza. Y lo mismo pasa con el uso de las transparencias que permiten usar la luz natural. La llamada Maison Horta tal vez fuera el último de los proyectos innovadores de su autor. Por una parte, es considerado por sus primero trabajos como uno de los fundadores del modernismo arquitectónico, movimiento que puso fin a los estilos históricos del siglo XIX e introdujo el Art Nouveau en la arquitectura. Por otra parte, sus obras de la época más madura reflejan un regreso sobre sus propios pasos, un revisionismo que lo llevó a alinearse con el conservadurismo.
Fuente: www.cubo2.net
            Por otra parte podríamos definir la ciudad de Bruselas como una gran cumbre europea ya que Es también sede de la Comisión Europea, del Consejo Europeo y una de las dos sedes del Parlamento Europeo. La ciudad también es la sede política de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Debido a la tradición neutral del país en los diferentes conflictos europeos y aprovechando su ubicación geográfica central en el continente europeo, su capital fue designada para acoger los principales organismos de la unión desde sus inicios en los años 1950. Sin embargo la ciudad podría no haber nunca disfrutado de esta distinción si se hubiese aprobado el estatuto del Sarre en 1955.
                        Por estas y otras muchas  razones, Bruselas está considerada oficiosamente la capital de la UE. La Oficina de Enlace Bruselas/Europa, creada en 1991 por el Gobierno de la región de Bruselas-Capital, busca promover la imagen de la ciudad como capital europea y sensibilizar a los habitantes en la vocación europea de su región.

BERLÍN: CAPITAL DE LA CULTURA
Dividir una misma ciudad en dos significa separar familias, parejas, amigos… sumir a los ciudadanos en una incógnita constante, en las penas. Eso pasó en Berlín tras la Segunda Guerra Mundial, cuando Alemania quedó dividida, y por lo consiguiente su capital también.
            En 1961, las autoridades soviéticas y de Alemania Oriental decidieron aislar la parte oriental de Berlín para detener el éxodo de ciudadanos hacia Occidente y ordenaron la colocación de las primeras alambradas. La construcción del muro comenzó unos días después, el 18 de agosto. Para entonces, muchos habían huido ya, y muchos otros siguieron intentándolo a pesar de la mole de hormigón. Alrededor de 250 personas pagaron con la vida su "osadía" de pasar "al otro lado". Para Occidente era conocido como el «muro de la vergüenza». El "Muro de la Verguenza" indignó a la opinión pública occidental, desacreditó aún más la postura soviética y se convirtió en el doloroso símbolo de la guerra fría y de la opresión totalitaria comunista.
            Pero podemos hablar de una verdadera nación alemana desde finales del siglo XVIII. La nación  se definió como un alma espiritual, inmutable y eterna que se manifestaba por medio de una cultura, una tradición y un ser propios del pueblo alemán.  Por ello era necesario crear un estado fuerte que preservase su existencia. Cuando consiguieron la unificación, Berlín fue nombrada como capital del Estado. Desde entonces la ciudad experimentó un gran crecimiento demográfico además de convertirse en un referente cultural, arquitectónico y centro financiero a nivel mundial.
            Berlín fue también capital de la Alemania Nazi, sobre la cual Hitler planificó grandes obras urbanísticas de gran envergadura, pero sus proyectos no se llevaron a cabo a causa del inicio de la Segunda Guerra Mundial, durante la cual, la ciudad quedó prácticamente destruida. Al color gris que arropaba Berlín tras la guerra, la división de la ciudad estaba latente al acabar la guerra. La parte este de Alemania quedó bajo el mando de los soviéticos, mientras que los estados capitalistas (USA, Reino Unido y Francia) se repartieron los estados del oeste alemán, quedando la capital dividida. En 1948, los tres sectores occidentales (Berlín Oeste), los que estaban bajo control respectivo de Estados Unidos, Francia y Reino Unido, se reunifican en el marco de la República Federal de Alemania (RFA), a lo que la Unión Soviética replicó con el bloqueo de Berlín Oeste y la creación de la República Democrática Alemana (RDA) en 1949, con capital en Berlín Este. Este bloqueo fracasó gracias al puente aéreo mantenido por las fuerzas occidentales desde la RFA.
Fuente: turismoactivo.us
            En 1961, la RDA construyó el denominado muro de Berlín para separar las dos partes de la ciudad, y de hecho para aislar Berlín Oeste de la RDA, con el fin de acabar con la emigración de alemanes del este hacia el oeste. El muro, que contaba con un total de 144 km, fue uno de los símbolos más conocidos de la Guerra Fría y de la partición de Alemania. El muro de Berlín cayó el 9 de noviembre de 1989, al aceptar el gobierno de la RDA la libre circulación de los ciudadanos entre las dos partes de la ciudad. Casi un año después desapareció la RDA, anexionada de hecho a la RFA, que en 1990 trasladó su capital de Bonn a Berlín, dando con ello ingreso en la UE a la población de la desaparecida república.
            Al haber sido destruida durante la guerra, Berlín es una ciudad prácticamente nueva, pocos son los edificios que se conserven de antes de la guerra, y aquellos afortunados no están en su mejor momento, ya que muchos de ellos aún están siendo remodelados para alcanzar su antiguo esplendor. Por ejemplo, en el Reichstag se observan muchas marcas de balas en sus muros. 


NUEVA YORK: CIUDAD DE VÉRTIGO
Quien pase aunque sean solo unos días en Nueva York tendrán la sensación de haber estado en todo el mundo. La única ciudad del mundo donde puedes llegar de Little Korea a China Town o a Little Italy, e incluso estar en pocos instantes en la calle Houston donde parece que el tiempo se haya detenido en algún momento entre 1895 y el presente. Nueva York es una gran metrópoli de grandes contrastes. Abarrotada de edificios y con más de ocho millones de habitantes, en esencia sigue siendo una ciudad de barrios, cada uno con un sabor y un ritmo propios. Una ciudad donde se celebran todas las costumbres del mundo. Este dinamismo se hace aún más evidente en la gente. Aquí todo es posible, pero lo mejor que uno puede hacer es integrarse al ritmo local y dejarse llevar.
            Muchos visitantes que llegan a Nueva York esperan encontrar la ciudad de los años 70, por lo que quedan gratamente sorprendidos al comprobar que los vagones de metro no están recubiertos de graffitis y las calles no están llenas de atracadores. En la actualidad, no hay casi ningún barrio en Manhattan al que no se pueda ir tranquilamente por la noche. Esto no significa que, por supuesto, en Nueva York no haya problemas, la situación de los sin techo, por ejemplo parece estar fuera de control. Además, la economía aún no se ha recuperado totalmente tras la recesión provocada por el duro golpe que supusieron los ataques del once de septiembre.
            Pero centrémonos en lo que conocemos como la ciudad de Nueva York hoy día. Después de una serie de reveses ocurridos a principios del siglo XIX, la ciudad encontró muchos recursos para realizar grandiosas obras públicas. Los inmigrantes irlandeses a excavar lo que hoy conocemos como Eire Canal. Se llevó el agua de Croton Water a través de un gran acueducto, lo que supuso un remedio a la sed y a la suciedad.        
            Otro proyecto para mejorar la salud de la gente que vivía en minúsculos apartamentos en vecindarios, fue la construcción en 1855 en un lugar apartado de la ciudad, donde algunos inmigrantes criaban a sus cerdos, ovejas y cabras, de lo que conocemos como el Central Park. Más adelante y después de sucesivas heladas invernales, pusieron en manifiesto la debilidad del sistema de ferries que unían Brooklyn y Downtown Manhattan, para lo que un imaginativo ingeniero alemán, John Roebling, diseñó una gran estructura de cables y arcos góticos para salvar el East River. El Brooklyn Bridge aceleró la unión de ciudades vecinas, y los cinco distritos fueron fundidos en una gran y poderosa unidad.
            A principios del siglo XX, la ciudad albergaba a grandes masas de inmigrantes que habían hecho crecer la población a casi tres millones de personas. Este fenómeno propició la aparición de un movimiento de trabajadores crítico con un sistema capaz de crear inmensas fortunas, pero a la vez muchos obreros se morían de hambre. Nueva York prohibió definitivamente la esclavitud en 1827, pero los afroamericanos siguieron excluidos de muchos oficios.
            Pero sin dudarlo una de las más nombradas características de la ciudad es su arquitectura. Antes de que existieran rascacielos con estructura de acero, había grandes edificios de hierro forjado que suponían un avance en la tecnología constructiva, pero que se inspiraban en estilos arquitectónicos del pasado. En la década de 1930, los arquitectos se alejaron de la inspiración histórica y, siguiendo las exigencias de las nuevas leyes de planificación urbana, se dedicaron a crear edificios únicos de construcción escalonada que decoraron con una ornamentación muy original como el Chaming Building, el Chrysler Building o el Empire State Building, altísimos edificios con una idea de aprovechar al máximo pequeñas parcelas.
Fuente: conocenuevayork.com
            Ahora la arquitectura neoyorquina está viviendo su mejor momento. Por toda la ciudad se construyen edificios nuevos, algunos de arquitectos reconocidos internacionalmente. Debido a la proliferación de estas nuevas torres cristalinas con formas geométricas experimentales y fachadas fragmentadas, los tradicionales edificios de oficinas en forma de caja de vidrio empiezan a formar parte del pasado. En el proyecto de reconstrucción del terreno del World Trade Center está prevista la creación de unos edificios de oficinas espectaculares, así como un nuevo barrio con viviendas, tiendas, parques e instalaciones culturales.


ESTAMBUL: CIUDAD QUE RENACE
Todos los años, el 29 de mayo, Estambul celebra la conquista de Bizancio por parte de los otomanos, y por consiguiente, la conversión a la fe islámica que tuvo lugar el 1943. Se dice que el Sultán Mehmet II, condecorado para la ocasión con el título de Conquistador, agradeció a Alá que lo hubiera guiado en la toma de la que definió como “ la ciudad más grande y espléndida del mundo”.
            La mayor y más espléndida ciudad del mundo, en aquel tiempo, era poco más que una ruina, derrotada por las deudas, por la despoblación, y en general por una decadencia que se había iniciado en 1204, cuando fue capturada por los presuntos amigos de la cuarta cruzada. Volviendo a Mehmet el conquistador, después de tres días del saqueo de los barrios que habían opuesto resistencia. Entro en la basílica de Santa Sophia. Según cuenta la leyenda, antes de cruzar el pórtico de entrada, esparció cenizas sobre su frente como muestra de respeto sobre aquel extraordinario edificio, que gozaba del título de basílica más grande de la cristiandad. Esto, sin embargo, no le impidió transformarla en mezquita, dando fin a una historia de casi mil años. Santa Sophia, actualmente se ha convertido en un monumento histórico y ha perdido oficialmente el valor religioso. Sin embargo, al entrar en ella, es imposible no seguir percibiendo el significado simbólico de aquel grandioso edificio que mandó construir el emperador Justiniano en el año 532, y que fue terminado en apenas 6 años.
            Santa Sophia, dedicada a la divina sabiduría tiene una estructura que conforma la síntesis de las basílicas paleocristianas y los palacios imperiales. Para construir la cúpula se utilizaron ladrillos cóncavos de una arcilla porosa y ligera enviada especialmente de Rodas. Para decorar el interior, En el que se utilizaron materiales de valor, Justiniano utilizó unos mosaicos que posteriormente fueron motivo de disputa entre la Iglesia y el imperio.
            Para los otomanos, Santa Sophia siempre fue un modelo y un desafío. Construir una mezquita que la igualara en magnificencia fue un imperativo categórico. Entre 1550 y 1557, Sinan, arquitecto musulmán del imperio otomano obsesionado con la basílica de Santa Sophia, para demostrar que podía superar a los griegos, creó un inmenso edificio coronado por una cúpula que sorprende por la rigurosa geometría de sus espacios, el perfecto equilibrio entre luces y sombras y el elegante minimalismo de su decoración. A los lados de la que se ha convertido el símbolo de la Estambul otomana, se levantan cuatro altos minaretes. Más conocida como la mezquita Azul, es un edificio que cautiva por la extraordinaria armonía de sus formas, también coronadas por una cúpula.
            Estambul conserva extraordinarios monumentos de la época otomana, el primero de los cuales es el extraordinario palacio del Topkapi. Así mismo, muestra también el gran Bazar con sus alojamientos caravaneros y varias decenas de mezquitas. Sin embargo la atención de la UNESCO se centra en monumentos más antiguos, de la época de Constantinopla y Bizancio. Estos necesitan intervenciones de mayor importancia para ser restaurados, pero su recuperación debe contribuir a revelar el alma de la ciudad que, en su larga historia, ha visto florecer grandes civilizaciones, y que sobre todo, siempre ha conseguido renacer de sus cenizas más majestuosa que la anterior, aunque cambiando de nombre: de Constantinopla a Bizancio, y luego, Estambul.

Fuente:sorteopremios.com
            Por lo demás, en las últimas décadas, Estambul ha vivido un incremento demográfico exponencial y actualmente es una ciudad de catorce millones de habitantes, con un desarrollo urbanístico descontrolado. Muchos tesoros antiguos han quedado englobados en barrios-gueto, y su protección es una tarea desesperada. Esto ha ocurrido, por ejemplo, con el espléndido complejo monástico de Cristo Pantocrátor, del siglo XII, constituido por tres iglesias decoradas con refinados mosaicos que albergaron durante los doscientos años siguientes las sepulturas de los emperadores bizantinos. Con la conquista otomana, el complejo fue destinado a escuela coránica, y posteriormente a mezquita. Abierta a culto musulmán todavía hoy es consideradapor la UNESCO uno de los cien lugares en peligro del mundo.

RIO DE JANEIRO: CIUDAD MARAVILLOSA
Río de Janeiro es la segunda ciudad más grande de Brasil. La ciudad es también capital del estado de Río de Janeiro y fue la capital de Brasil por casi dos siglos, desde 1763 hasta 1822 cuando era una colonia portuguesa y desde 1822 hasta 1960 como nación independiente. Es uno de los principales centros económicos, de recursos culturales y financieros del país, y es conocida internacionalmente por sus iconos culturales y paisajes, como el Pan de Azúcar, la estatua del Cristo Redentor, las playas de Copacabana e Ipanema, el estadio Maracanã, el Parque Nacional de Tijuca (el mayor bosque urbano del mundo), la Quinta da Boa Vista, la isla de Paquetá, las Fiestas de Fin de Año en Copacabana y la celebración del Carnaval.
Fuente: ruwanatravel.com
            La ciudad fue fundada el 1 de marzo de 1565, por el militar portugués Estácio de Sá, con el nombre de São Sebastião do Rio de Janeiro (San Sebastián de Río de Enero). Durante siglos, el asentamiento se llamó São Sebastião en lugar de su nombre actual.  La ciudad fue fundada como una base desde la cual invadir el asentamiento francés, que finalmente se logró en 1567 y los franceses fueron expulsados.
            Durante casi todo el siglo XVII, la ciudad tuvo un desarrollo lento. Con cerca de 30 000 habitantes en la segunda mitad del siglo XVII, Río de Janeiro se convirtió en la ciudad más populosa de Brasil, e iba a tener una importancia fundamental para el el dominio colonial. En 1763, la administración colonial portuguesa en América se trasladó a Río. La ciudad continuó siendo principalmente la capital colonial hasta 1808, cuando la familia real portuguesa y la mayoría de los asociados nobles de Lisboa se trasladaron a Río de Janeiro. La capital del reino de Portugal fue trasladada a la ciudad, que, por lo tanto, se convirtió en la única capital europea fuera de Europa.
            Cuando el príncipe Pedro I proclamó la independencia de Brasil en 1822, decidió mantener a Río de Janeiro como capital de su nuevo imperio. La ciudad era el centro político económico y político del país, concentrando la vida política en el Imperio. Fue el escenario principal los movimientos abolicionistas y republicanos en la segunda mitad del siglo XIX. Durante el periodo conocido como República Velha, con la decadencia de sus áreas café, el Estado perdió poder político, siendo desplazada por São Paulo y Minas Gerais.
            Con la proclamación de la república en las últimas décadas del siglo XIX, la ciudad enfrentó graves problemas sociales debido a su rápido y desordenado crecimiento. Con el declive de la esclavitud, la ciudad había comenzado a recibir grandes cantidades de inmigrantes europeos y los antiguos esclavos, atraídos por las oportunidades que se abrían allí para el trabajo asalariado. Actualmente Rio de Janeiro es un contraste entre una de las ciudades más visitadas del mundo y una de las más peligrosas. El exotismo de sus paisajes, sus paradisíacas playas, contrastadas con grandes edificios de la ciudad son un punto de atracción tanto para millones de turistas. Por otro lado, el crimen y la violencia que se encuentran concentrados en las favelas es una cruda realidad.












BIBLIOGRAFíA


VVAA. (1980) Maravillas del mundo. Navarra. Editorial Salvat.


VVAA. (2005) Nueva York, todo lo que necesita para disfrutar de su viaje. Barcelona. Editorial Planeta        S.A.


VVAA. (2007) Nuevo Arterama. Historia del arte. Barcelona. Editorial Vicens Vives.


VVAA. (2007) Los tesoros de la humanidad. EL patrimonio de la UNESCO. Barcelona. Ediciones de la librería de la Universidad de Barcelona.


FUENTES, Juan Francisco & LA PARRA LÓPEZ, Emilio. (2008) Historia universal del siglo XX. De la Primera Guerra Mundial al ataque de las Torres Gemelas. Madrid. Editorial Síntesis.





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